domingo, 9 de marzo de 2014

La casa de barro sigue a la espera.

Artículo extraído de lanueva.com.
CON MATERIALES NATURALES
09/03/2014 Se terminó de construir, pero la bioconstrucción aún no está regulada en el distrito de Tornquist.

Por Anahí González / agonzalez@lanueva.com
Ana Vidal y Maximiliano Molina tienen muchos motivos para estar contentos. Los dueños de La Cholita, casa de barro que iniciaron en 2010 en el barrio San Bernardo de Sierra de la Ventana convencidos de que sus cualidades les darían una mejor calidad de vida (además de contribuir con el medio ambiente), no solo acaban de culminar su obra sino que esperan recibir en ella, muy pronto, a un nuevo integrante de la familia.
“Estamos felices porque recibimos el apoyo de mucha gente para terminar nuestra casa y por la llegada de nuestro primer hijo, un varón, que nacerá a mediados de abril”, dijo el futuro papá, constructor y maestro de guitarra.
El bebé vivirá en un hogar realizado íntegramente con materiales naturales y que supo sobreponerse a multas y clausuras, entre otros obstáculos.
La casa de barro de Sierra de la Ventana. Imagen de La Cholita Permacultura.
Sin embargo, más allá de la satisfacción de haber culminado la obra y de estar habitando en ella, la pareja reconoce que aún falta avanzar en un aspecto importante: lograr que el municipio desarrolle un marco legal para la bioconstrucción y que esto les permita contar con los servicios básicos (como energía eléctrica, gas y agua potable) que, hasta el momento, les han sido vedados.A pesar de que esta casa de barro dio pie a que otros municipios aprobaran las construcciones de permacultura en las zonas urbanas, como el caso de Suárez, Saavedra y Bahía Blanca, no sucedió lo mismo en su propio distrito. En Bahía Blanca, la semana pasada, se sancionó por unanimidad una ordenanza a favor de este tipo de materiales por considerar que aíslan mejor tanto el frío como el calor, lo que genera un ahorro de energía y un menor daño a la naturaleza.
Por el momento, La Cholita se alimenta de pantallas solares, que producen la suficiente energía eléctrica para iluminar toda la casa, permitir la carga de teléfonos celulares y utilizar computadoras y servicio de wi-fi. Sin embargo, resulta escasa a la hora de utilizar ciertos electrodomésticos o servir de fuente de alimentación de una heladera.
En este tiempo, La Cholita pasó de ser una vivienda particular a convertirse en un espacio abierto a la reflexión sobre la búsqueda colectiva de formas alternativas de pensar en una vida sustentable, en términos ambientales, económicos y culturales.Si bien la casa es lo más visible, el proyecto cuenta con una huerta comunitaria, que es disfrutada por un pequeño número de familias.
Desde su inicio, la obra congregó a más de 200 personas que ofrecieron su trabajo en forma voluntaria en la modalidad Minga.
En diciembre y en la segunda quincena del corriente se realizaron encuentros en los que se diseñaron de forma colectiva los frentes de la vivienda. En la dirección de los trabajos de diseño y pintura estuvieron Guillermina Prado y Graciela San Román de la escuela de Arte de Bahía Blanca.
En octubre de 2013, el proyecto se expuso en los Museos de Bellas Artes y Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, invitada en el marco del Proyecto Cosecha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario